“Las variedades sin la agronomía, sin las fábricas, sin la transferencia no son nada”

Carta Informativa entrevistó al Dr. Jorge Ignacio Victoria, quien durante 37 años hizo parte del equipo de investigadores de Cenicaña, primero en el área de Fitopatología y luego al frente de la dirección del Programa de Variedades. A continuación su visión sobre el desarrollo de variedades de caña de azúcar para la agroindustria colombiana.

Jorge I. Victoria Kafure fue director del Programa de Variedades desde agosto del 2000 hasta noviembre del 2017.

¿Qué hubiera querido lograr antes de dejar la dirección del Programa de Variedades?

Lastimosamente cuando se trabaja en investigación de caña de azúcar nos enfrentamos a la realidad de no ver muchos resultados porque ésta es a largo plazo. Cuando en el Programa de Variedades establecimos proyectos como Selección Recurrente para alta Sacarosa y Selección Asistida por Marcadores (SAM), sabía que no vería los resultados. El primero se inició hace ocho años y todavía le faltan unos cuatro años más; el segundo comprende aproximadamente nueve años y comenzó hace tan sólo dos.

Así, hay más proyectos de investigación de los que se verán los resultados mucho más adelante y que de pronto ni mi sucesor Freddy Garcés podrá ver, pero que al final nos permitirán tener variedades con mayor productividad y mejor comportamiento, que es nuestro objetivo básico.

¿Y en biotecnología sí alcanzó a ver resultados?

Sí. Con herramientas biotecnológicas desarrollamos la técnica de limpieza in vitro que hoy utilizamos para introducir material al país y a nuestro banco de germoplasma y fueron las herramientas moleculares las que nos permitieron detectar cómo ingresó y se diseminó el virus de la hoja amarilla en la agroindustria colombiana. Lamentablemente en su momento carecíamos de métodos de alta sensibilidad para los diagnósticos y de ahí el requisito impuesto por nosotros de limpieza in vitro para todo el material de caña importado.

Hay que entender que la biotecnología es mucho más que transformación genética; al contrario, es una fuente de herramientas moleculares de mucha utilidad. Ahora, si de eso se trata, podemos decir que Cenicaña cuenta hoy con materiales transgénicos que preliminarmente muestran eficiencias en el uso del agua y mayor producción de sacarosa, pero aún no tenemos los resultados finales.

Precisamente, ¿qué futuro ve para el desarrollo de variedades transformadas genéticamente?

Por ahora veo con dificultad que variedades de caña transformadas genéticamente se puedan utilizar en la producción de azúcar por el proceso de desregulación que es largo y costoso. Además, cada vez hay más presión contra los organismos genéticamente modificados (OGM) y, por lo tanto, los brokers internacionales le solicitan a Cenicaña certificar que el azúcar que se produce en la región no es a partir de material genéticamente modificado.

En cambio, por el mismo proceso de desregulación, sí veo que las variedades de caña transformadas le sirvan muy pronto a la agroindustria para producir etanol o cogenerar energía.

Otros países han anunciado con bombos y platillos el uso de variedades genéticamente transformadas, como Indonesia hace cerca de seis años, y no pasó nada con ese material. Recientemente se ha hablado mucho de Brasil, pero han subestimado el proceso de desregulación y dicen tener una variedad transgénica con el gen Bt que controla la infestación por barrenadores, pero hasta donde entiendo no aumenta la productividad.

Tener nuevas variedades en menos tiempo ha sido un sueño para la agroindustria y un reto para Cenicaña, ¿qué probabilidades tenemos de lograrlo?

Hoy nuestro proceso de desarrollo y selección de variedades comprende alrededor de 9 -10 años al terminar las pruebas regionales, mucho más corto que en el resto de países. La dificultad radica en la multiplicación y adopción por distintos sectores.

Con el nuevo esquema de multiplicación y adopción por etapas, esfuerzo conjunto del Programa de Variedades y el Servicio de Cooperación Técnica y Transferencia de Tecnología, esperamos que una nueva variedad requiera cerca de cinco años para ser adoptada.

En Brasil ese proceso es de veinte años: doce al terminar pruebas regionales y ocho más para que las variedades tengan importancia en el área cultivada.

El desarrollo de variedades de caña es un proceso lento y no se puede lograr en menos de diez años, como si ocurre con la soya o el maíz. Con el proyecto SAM esperamos reducir el tiempo, pero sin duda la adopción debe ser más rápida.

Pero mientras tanto, nuevas variedades extranjeras, como las brasileras, podrían interesarle a la agroindustria…

No es motivo de temor, porque no van a ser más productivas que las nuestras y lo digo con tranquilidad y honestidad.

Cuando Cenicaña comenzó, trajimos las mejores variedades que había en el mundo azucarero y hoy conforman nuestro banco de germoplasma. Además, seguimos trayendo las mejores variedades de Australia, Brasil, Sudáfrica y todas han sido derrotadas por las variedades Cenicaña Colombia, y no porque éstas sean campeonas, sino porque han sido seleccionadas y mejoradas en nuestro medio y para nuestras condiciones. Las variedades extranjeras fueron mejoradas para otras condiciones muy diferentes a las nuestras.

En el mundo, por donde se quiera mirar, los promedios de producción de caña son bajos, alrededor de 60 – 80 toneladas de caña por hectárea (TCH), en el mejor de los casos 90 TCH y pare de contar. En Colombia las producciones son mayores a 120 TCH (por debajo de esa cifra, nuestro cultivador piensa en renovar) y los cambios varietales han tenido mucho que ver, esto es fruto de un trabajo conjunto de los ingenios, los técnicos, los cultivadores de caña y la investigación de Cenicaña.

A su juicio, ¿cuál es el factor que más influye en la productividad?

Las variedades sin la agronomía, sin las fábricas, sin la transferencia, no son nada. Hoy la agroindustria tiene dificultades porque se dice que los campos de caña no dan la sacarosa que se solía entregar en el pasado. Las primeras acusadas han sido las variedades, pero en el campo, donde verdaderamente se produce la sacarosa, las plantaciones se someten a variaciones del clima, de manejo o cosecha.

Eso significa que hay escenarios de trabajo muy interesantes para aumentar los contenidos de sacarosa en la báscula y no precisamente sólo con variedades.

¿Hubo alguna variedad de la que esperó mucho pero finalmente no lo fue?

Muchas. CC 87-434, por ejemplo, fue una de nuestras primeras variedades del Programa y hoy es una de las más importantes en la agroindustria peruana; CC 93-4418, de la que sigo pensando que es una muy buena variedad, pero sufrió un periodo de mucha sequía e inmediatamente fue condenada. Lastimosamente tenemos la costumbre de pensar en el último resultado o en el resultado negativo de un cultivador y no en el conjunto de factores que afectan las producciones.

¿Tres tecnologías que adoptaría si tuviera cultivos de caña?

Primero, las nuevas variedades, específicamente CC 05-430, que la he llamado ‘la variedad del futuro’ por la combinación de alto TCH y sacarosa y su resistencia a enfermedades y tolerante a Diatraea, producto quizás del vigor híbrido que tiene al provenir del cruzamiento de líneas autopolinizadas; segundo, riego por caudal reducido, que es una herramienta muy valiosa que el sector no ha aprovechado lo suficiente; y tercero, un manejo sostenible y racional en la fertilización y uso del agua.

Mensaje de despedida

Para cerrar esta conversación, permítame anotar que los aportes, logros y resultados alcanzados han sido el resultado de un excelente equipo que trabajó incansablemente a mi lado sin importar el tiempo y las dificultades. Conozco la capacidad del equipo y sé que seguirán apostándole a lo mejor. Me voy tranquilo porque sé que pronto lograrán mejores resultados y superarán las metas alcanzadas; de eso estoy seguro.

Gracias inmensas al sector, a Cenicaña, a sus directivos, administración, técnicos, personal de campo, personal de servicios y en general a todos, inclusive a los que me antecedieron en el retiro. Por ustedes tuve una vida profesional llena de satisfacciones y resultados como profesional del agro. Me siento feliz por el deber cumplido.

¿Vigor híbrido?

En el proceso de mejoramiento genético de variedades de caña es muy difícil lograr la combinación de dos variables antagónicas como TCH y sacarosa.

Sin embargo, ese es el reto de la investigación. En esa búsqueda se ha identificado que la variedad CC 05-430 pudo combinar estas dos características e incluso podría estar superando a sus padres (madre CC 93-7716 y padre CC 93-71136), que son líneas provenientes de la autopolinización de dos variedades muy conocidas en el sector como PR 61632 (alto TCH) y Mex 641487 (alta sacarosa).

El vigor híbrido o explotación de la heterosis es ampliamente utilizado en maíz, pero muy poco empleado en caña por ser un proceso a muy largo plazo. El Programa de Variedades de Cenicaña lo inició en 1990 y hoy nos está entregando las primeras variedades.

CC 05-430 ha sido desarrollada para ambiente semiseco y aún se encuentra en pruebas regionales. Igual que como en otras nuevas variedades, Cenicaña ha entregado semilla a los ingenios para realizarle el seguimiento adecuado en parcelas más grandes.

Carta Informativa 
Año 6 / Número 1 /Julio de 2018

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