Santa Lucía: un ensayo que dejó altas productividades

Resultados de un ensayo que combinó variedades de caña de azúcar con tecnologías de riego y fertilización, utilizando el enfoque de AEPS.

Entre 2015 y 2016, la hacienda Santa Lucía fue escenario de un ensayo que demostró cómo la unión de esfuerzos entre cultivadores e investigadores conduce a procesos innova-dores prácticos, seguros y rentables.

Todo comenzó tras conocer los resultados de una prueba de variedades promisorias realizada por el Centro de Investigación en la hacienda La Italia. Enrique Villegas, cultivador de caña y uno de los representantes de la firma Oriente S.A., cuenta que a raíz de los resultados obtenidos surgió la idea de establecer un ensayo en Santa Lucía, finca con productividades promedio históricas de 98 toneladas de caña por hectárea (TCH).

A mediados de 2015 llegó el momento de renovar en dicha hacienda un lote de cinco hectáreas, anteriormente sembrado con CC 85-92 y CC 93-4418, de suelos arenosos y con poca disponibilidad de agua.

Se comenzó por buscar las variedades que se adaptaran a dichas condiciones, para las cuales Cenicaña contaba con diferentes alternativas, aunque con poca información.

“Ese fue el mayor problema al que nos enfrentamos, pues tenemos variedades del año 99, que están en el mercado hace más de 10 años, pero con datos insuficientes porque nos hemos dedicado a sembrar las mismas cuatro de siempre”, señala el cultivador.

De acuerdo con la ingeniera agrónoma del Programa de Variedades Ximena Granobles, tomando como base la zonificación agroecológica se propuso utilizar las variedades CC 00-3771, CC 00-3257, CC 01-678 y otras de referencia como CC 01-1940 y CC 85-92.

“Analicé cada una de esas variedades: su macollamiento, longitud de entrenudos, altura y porte, resistencia a enfermedades. En ese análisis no me convencía la variedad CC 00-3257, pero Cenicaña insistió en ella por sus resultados en piedemonte y porque se podía usar en cordones arenosos”, asegura Enrique Villegas.

Más que variedades

Pero la adecuada selección de las variedades no era suficiente para garantizar que una zona con poca disponibilidad de agua ofreciera buenas productividades.

Según los Programas de Variedades y Agronomía y el equipo de la firma Oriente, ésta era la oportunidad de probar otras tecnologías, por lo tanto se diseñaron sistemas de riego y de fertirriego por goteo para hacer más eficiente la conducción y aplicación de la poca agua disponible, buscando un aumento de la productividad.

“Para mí era fundamental que el sistema de riego elegido no sólo fuera eficiente, sino de bajo costo. Tengo un dicho: hay que pensar como rico y actuar como pobre”, dice el cultivador.

Los resultados no se hicieron esperar. De un histórico promedio de 98 TCH se llegó a más de 170 TCH: La variedad CC 00-3257, que inicialmente generó resistencia en el cultivador, produjo 176 TCH; y la más baja productividad fue de 129 TCH con CC 00-3771, puesto que la parcela donde fue ubicada presentaba un cordón arenoso.

Sin duda, lo logrado en Santa Lucía fue el resultado de combinar tecnologías con trabajo en equipo.

De acuerdo con el investigador Armando Campos: “Con este experimento demostramos que, aunque las condiciones sean difíciles, en Cenicaña contamos con tecnologías que, si se utilizan de manera combinada y adecuada, nos permiten mejorar; porque las variedades o un sistema de riego eficiente nos pueden ofrecer resultados, pero si los utilizamos con principios de Agricultura Específica por Sitio e incorporamos en este enfoque las labores de mecanización, fertilización y otras, lograremos mucho más“.

Carta Informativa 
Año 4 / Número 3 / Diciembre de 2016Texto completo en versión:
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